ÍNDICE

Paulino Arguijo de Estremera

Entrevista a Paulino Arguijo de Estremera

 

  1. ¿Qué le motivó a escribir “Mil años de literatura”? ¿Qué espera que los lectores descubran al recorrer este viaje por la historia literaria española?

 

Como creo que expongo al principio del ensayo, fue la invitación a pronunciar una conferencia sobre el tema específico de “la belleza de la literatura española” lo que me animó en principio a repasar la historia de nuestra literatura, un tema que, por otra parte, siempre me interesó y fue motivo de constantes lecturas. De ahí surgió la idea de escribir una historia de la literatura española, desde sus orígenes hasta la actualidad, que pudiera leerse fácilmente, pero que, al mismo tiempo, fuera suficientemente completa para que el lector tuviera una idea cabal de ella.

 

  1. En el libro, usted menciona que la literatura española es “un espejo donde el pueblo español se ha mirado a lo largo de los siglos”. ¿Qué cree que refleja ese espejo sobre nuestra identidad como nación?

 

Una de las notas diferenciales de nuestra literatura respecto de las de otros pueblos es el apego que, desde su origen, ha manifestado a la tradición local y a los ideales nacionales. Ello ha sido así porque se formó en una etapa de nuestra historia en la que nuestra identidad cultural se vio en trance de desaparecer por la influencia del Islam en la península. La literatura es reflejo de esa actitud vital y en ella se ha mirado durante mucho tiempo el pueblo español, como una manifestación tangible de su propio espíritu.

 

  1. Su obra tiene un enfoque divulgativo pero riguroso. ¿Cómo equilibra la profundidad académica con la necesidad de hacer la literatura más accesible al público general?

 

En una época en que se ha perdido en gran parte el hábito de leer, no es fácil hacer llegar al público en general el mensaje que nuestra literatura encierra. El mayor esfuerzo puesto en esta obra es haber condensado las principales corrientes de la literatura española, en un periodo tan amplio, en un libro de fácil lectura, pero sin prescindir de nada de lo que es esencial para su comprensión y que, al mismo tiempo, sea una invitación al lector para interesarse por ella.

 

  1. ¿Qué estrategias considera esenciales para acercar la literatura clásica, como el “Cantar de Mío Cid” o “La Celestina”, ¿a las nuevas generaciones?

 

Que las nuevas generaciones se interesen por nuestras obras capitales, como el Cantar de Mío Cid o La Celestina, depende en gran parte de que los responsables de los planes de estudios de la Enseñanza Media las incluyan en sus repertorios de lecturas recomendadas y que los profesores estimulen a sus alumnos para que las lean. El gusto por la buena literatura se cultiva sobre todo en esos primeros años.

 

  1. En un mundo dominado por lo digital y los consumos rápidos, ¿qué papel cree que juega la literatura clásica en nuestra sociedad actual?

 

Lamentablemente es escaso el papel que la literatura clásica juega en nuestro tiempo, dominado por el consumo rápido de mensajes cortos. Sin embargo, precisamente esa literatura, aparentemente más pesada, es la que hace reflexionar al lector y la que le presta a la larga una riqueza espiritual que no va a encontrar probablemente en nuestro mundo digital.

 

  1. ¿Cómo puede la literatura ayudarnos a comprender mejor los desafíos contemporáneos, desde un punto de vista ético, social o cultural?

 

Como he dicho, respondiendo a una pregunta anterior, la literatura es un espejo donde nos hemos mirado durante mucho tiempo, para encontrar nuestra identidad y rearmarnos espiritualmente frente a los desafíos de un mundo que se nos presenta bastante incierto. Todos los pueblos han tenido una literatura que ha cumplido esta función —los griegos tenían a sus clásicos, los indios, los Vedas…—, pero en el momento actual parece que nos falta este asidero cuando quizá más lo necesitamos.

 

  1. A lo largo del libro, destaca momentos clave en la evolución de la poesía española. ¿Cuál cree que es el legado más importante de nuestra tradición poética?

 

A mi modesto entender es la poesía épica castellana; esa poesía que se transmitía de viva voz, conservada como un tesoro inapreciable en la memoria, hasta que fue por primera vez puesta por escrito, en la que intervenía una serie indefinida de poetas, que por eso es una obra colectiva y anónima, obra de todo un pueblo y, por lo mismo, la más nuestra.

 

  1. En su opinión, ¿qué lugar ocupa la poesía en el panorama literario actual? ¿Cree que sigue siendo una herramienta poderosa para expresar las emociones humanas?

 

Desde luego, la poesía sigue ocupando, en mi opinión, el primer término en el panorama literario, aunque no sea económicamente rentable. La poesía es el género con mayores posibilidades de permanencia el tiempo y que aún puede ser un mensaje valedero para la posteridad. Así lo entendieron Cervantes y Unamuno, y se esforzaron en cultivarlo, aun cuando no fuera esa la faceta que mejor se plegara a su talento creativo.

 

  1. Usted menciona que nuestra literatura ha sabido asimilar influencias externas sin perder su esencia. ¿Cómo ve esa tensión entre tradición e innovación en los escritores contemporáneos?

 

Esa tensión entre identidad nacional y asimilación de influencias externas la hubo desde el principio. Castilla se acorazó frente a la influencia del Islam durante los años más duros de la Reconquista. Sin embargo, cuando Castilla se sintió segura de sí misma no hubo inconveniente para que un rey castellano, Alfonso X el Sabio, reuniera en su Corte de Toledo a sabios musulmanes, judíos, italianos, etc. Lo mismo sucedió, aunque de manera inversa, en nuestro Siglo de Oro: Bajo el reinado del emperador Carlos V, España se abre a las influencias extranjeras, pero, cuando, con Felipe II, se percata de los efectos indeseables que esas nuevas corrientes de ideas pueden tener para nuestra tradición, se cierran las fronteras y se rearma espiritualmente frente a ellas. Desde el siglo XVIII, sin embargo, que se instala en España una nueva dinastía de procedencia francesa, se opera una suerte de divorcio en los gustos de las minorías ilustradas, adictas a las nuevas modas, y los del pueblo, aferrado a sus tradiciones. En el XIX, la brecha abierta entre quienes sostienen la tradición —Balmes, Donoso Cortés, Menéndez y Pelayo— y los que la denostan y ven nuestra historia como un lastre del que desprenderse —los regeneracionistas, Joaquín Costa, sobre todo—, se hace cada vez más insalvable; aunque no faltan quienes, como Ángel Ganivet, adoptan una postura ecléctica, en el sentido de asimilar las ideas modernas siempre que se haga sobre la base de nuestra tradición. Los noventayochistas, como Maeztu y Azorín, que en sus primeros años se ufanan de hacer añicos nuestra tradición para modernizar España, acaban adoptando igualmente esta postura, buscando, en la historia, el paisaje y la literatura, las raíces donde revitalizar la vida nacional. Poco más se ha hecho desde entonces respecto a lo que se hizo ya tópico como problema de España.

 

  1. Si tuviera que señalar un hilo conductor entre los autores clásicos y los actuales, ¿cuál sería ese elemento común que une sus obras a través del tiempo?

 

Sin duda el Romancero. Esta obra, que recoge lo que quedó en la memoria de los cantares y poemas más antiguos que, por ser de carácter oral, se perdieron en gran parte, fue lo que inspiró, por ejemplo, muchas de las comedias de Lope de Vega, y de ella han extraído sus motivos muchos de nuestros autores a lo largo del tiempo, sirviendo igualmente de nexo de unión entre lo antiguo y lo moderno.

 

  1. Como periodista, crítico literario y ahora autor de este ensayo, ¿qué le ha enseñado su experiencia sobre el poder transformador de las palabras?

 

Las palabras tienen una fuerza mayor de la que pudiera suponerse; por eso el poder ha procurado siempre adueñarse de ellas, manipulándolas y dándolas el sentido que más convenía a sus propios fines. Platón lo menciona en su República, igual que lo hace Orwell en 1984. Es la clásica dialéctica entre la poesía que destruye y la poesía que construye.

 

  1. Si pudiera recomendar una sola obra literaria española para alguien que está descubriendo nuestra tradición, ¿cuál sería y por qué?

 

Le recomendaría que leyera en primer lugar el Cantar de Mío Cid, porque esta obra, que es la primera de mayor longitud en nuestra lengua, recoge casi todas esas notas que diferencian nuestra literatura de las demás.

 

  1. Después de este monumental recorrido por mil años de literatura, ¿tiene en mente algún nuevo proyecto literario o académico relacionado con nuestras letras?

 

Está próxima a publicarse una novela mía, que ya estuvo editada en formato digital, pero que ahora se hace por vez primera en papel. Lleva por título, Crónica de una ciudad sitiada. Está inspirada en una página de la historia de España escasamente conocida: el sitio de Vitoria. El rey de Castilla, Alfonso VIII, invade el reino de Navarra, y conquista varias plazas y castillos. Miguel Ayala, vecino de Vitoria y mercenario, se une a la guarnición de la plaza, para hacer frente a las tropas castellanas. Aunque Martín Chipia, al mando de la guarnición, es partidario de resistir a toda costa, Miguel ve la imposibilidad de defender la ciudad por mucho tiempo. Abandona la fortaleza y, en compañía del obispo de Pamplona, va al Magreb, donde se encuentra el rey Sancho de Navarra buscando el apoyo del califa, para pedirle que rinda la plaza.

 

  1. ¿Qué mensaje final le gustaría transmitir a quienes se acerquen a “Mil años de literatura”?

 

Mi mensaje es que no habrá asunto, sobre el que mejor podrán invertir su tiempo, que acercándose a nuestra literatura, un tesoro que está ahí, disponible, para quienes quisieran descubrirlo.

 

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Entrevista a Paulino Arguijo de Estremera, tras publicar un libro: Mil años de literatura.
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Entrevista a Paulino Arguijo de Estremera, tras publicar un libro: Mil años de literatura.
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Desde luego, la poesía sigue ocupando, en mi opinión, el primer término en el panorama literario, aunque no sea económicamente rentable.
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