Entrevista: Alberto Gómez Vaquero
Javier Pérez-Ayala es empresario, editor y poeta. Como parte de esta última faceta, acaba de publicar un libro titulado “Poeta Menor”, un título humilde para un libro que convierte certeramente lo cotidiano, en poesía. Charlamos con él de este último libro, de su papel como editor y de la situación actual de la poesía.
P.- La primera parte de tu libro se llama Poeta Vs Contable. Teniendo en cuenta que tu otra profesión tiene que ver bastante con la contabilidad: ¿Cuánto discuten el Javier poeta y el Javier contable?
R.- Casi ningún poeta se ha ganado la vida con su poesía, todos los poetas hemos requerido de otra profesión para sobrevivir, quizás lo más difícil sea separarlas, llegar a casa después de un duro día de trabajo y utilizar las mismas palabras que has utilizado a lo largo de todo el día con el vecino, con el taxista, con tu compañero, con tu jefe y ordenarlas para que creen belleza. Hace falta un momento de calma al final del día para que esto ocurra. Ese enfrentamiento del poeta contra el contable es el que requiere la poesía.
P.- ¿Y el Javier editor y el Javier poeta?
R.- Siempre he pensado que mi trabajo de editor es más importante que mi trabajo como poeta. Creo que ayudar a los autores a que vean publicada su obra es una de las grandes cosas que me ha puesto la vida por delante. Es muy gratificante que una parte de tu trabajo sea seleccionar obras para una posible edición. Aprendo mucho de los autores que publican en nuestras editoriales.
P.- Después de tres libros muy cercanos en el tiempo éste te ha llevado tres años. ¿Crisis creativa o mayor conciencia de lo que la poesía significa?
R.- Las dos cosas. Crisis creativa porque durante estos tres años me he olvidado de mí como persona, ya que he estado trabajando hasta los fines de semana y apenas encontraba tiempo para escribir poesía, pero también he adquirido una mayor conciencia de la importancia de la poesía. He aprendido mucho de mis propios errores, siempre que termino una obra pienso que lo puedo hacer mejor y que sólo estoy al principio del camino, de alguna manera sé que esa obra no me pertenece, pero creo y deseo que siempre me ocurra eso, porque es lo que me hace mejorar.
P.- Si yo te digo que la poesía de la experiencia es demasiado prosaica (que no es que lo piense, pero ambos sabemos que es una crítica continuada a ese tipo de poesía), tú me contestas…
R.- Contesto lo que te diría Rilke hace más de cien años cuando le escribía las cartas a Kappus “El arte es sólo un modo de vivir. Aun viviendo de cualquier manera puede uno prepararse para el arte, sin saberlo”. No puede existir el arte sin el hombre, sin la soledad, sin el amor, sin la mirada diferente del artista. Creo que un artista debe mirar el mundo con ojos diferentes, a través de ese cristal que es el arte (Ya lo dijo José Ortega y Gasset en La deshumanización del arte) pero si el cristal es demasiado opaco no veremos lo que hay tras de él, tenemos que llegar, necesitamos ese auto-engaño, pero uno no debe escribir sobre algo que no haya vivido o visto o sentido ya que habría una falsedad en el poema, hay que hacer el cristal más trasparente si no siempre seremos una pequeña minoría. La misión del artista es transformar al lector (en el caso de la poesía) de la misma forma que lo hace el amor en el enamorado, pero no por estar enamorado o sentir esa transformación que produce el amor uno ya es artista. Nadie nace leyendo, las palabras las aprendemos, es necesaria la palabra, no me considero un poeta de la experiencia, ni tampoco del lenguaje. Hay que encontrar un equilibrio. Quiero hacer también yo una pregunta ¿Puede el poeta deshumanizar el poema, dejar de ser hombre y ser sólo arte? Siento contradecir a Ortega y Gasset, la poesía no puede ser el álgebra superior de las metáforas. (No estoy en contra de la metáfora, al contrario creo que es necesaria, pero sinceramente un poema lleno de metáforas imposibles no me dice nada).
P.- Como editor: ¿Qué le pides a un poemario, y a un poeta?
R.- Como editor le pido a un poemario que tenga calidad y a un poeta que sea humilde, que sepa en todo momento cual es su posición en la poesía y que lea, que tenga un conocimiento de la historia de la poesía pero también de la actualidad de la poesía. Somos artistas de nuestro tiempo y el arte va cambiando, el que quiera romper con una nueva forma artística o una nueva tendencia tiene que tener un conocimiento profundo de la historia y la actualidad de la poesía, entonces podrá criticarla con una nueva forma de expresión. Pero yo como muchos otros poetas ya pensamos que se ha roto demasiado el arte durante el S.XX y va siendo hora de regresar a las formas puras, al hombre. Viene una etapa muy nihilista (lo sabemos porque la poesía Europea nos saca un poco de ventaja) y a mí personalmente me gusta el cuestionamiento que hace la poesía mucho más que las respuestas que está dando hoy la narrativa. Hay que hacer los cuestionamientos correctos para que el lector encuentre la respuesta en su interior.
P.- ¿Te aplicas a ti mismo como autor las recomendaciones que haces a tus escritores o no predicas con el ejemplo?
R.- Soy como el título de mi libro un poeta menor, quizás por eso me siento mejor como editor que como poeta. Muchas veces reflexiono en alto cuando hablo con un autor y luego no soy capaz de aplicármelo a mí mismo. Me ocurre como decía José Hierro que “la poesía se escribe cuando ella quiere”. He cometido casi todos los errores que un poeta puede cometer y he aprendido algo de ellos, pero no puedo decirle a un autor que está cometiendo errores, porque lo que para mí fue un error, para él puede ser un disparo certero que dé en la diana. Todos tenemos una voz y estilo diferente.
P- ¿”Poeta Menor” es un título que significa un acto de humildad o se refiere más bien a que tu poesía se ha centrado, esta vez, en los temas más cotidianos y menores (para tratar desde ahí los grandes temas)?
R.- Son las dos cosas. La poesía siempre debe ser un acto de humildad, un poeta que se envanezca está acabado como poeta (eso no quiere decir que no te sientas orgulloso de un trabajo, siempre que tengas los pies en el suelo). He querido también con este título hacer un homenaje a todos los autores que han pasado desapercibidos en la poesía, también a los que se les ha considerado menores en la historia de la literatura y a los autores que están comenzando a escribir que son muchos.
También trato de demostrar que no hace falta llevar una vida muy apasionante, ni viajar para hacer poesía, hay poesía en las cosas cotidianas, en el café que nos tomamos por la mañana, en la cruz de la farmacia, en un día de lluvia y también en un día de sol. Hay poesía en todas partes sólo hay que saber mirar y el mundo se convierte en una gran metáfora de la vida.
P.- ¿Podríamos decir que Poeta Menor es un libro de dolores y cicatrizaciones, no? Hay mucho de terapéutico (o eso parece) en sus versos: ¿Te ayuda la poesía a pasar página o sólo sirve para poner un poco de orden en los recuerdos?
R.- Hay mucho de terapéutico en mi vida, todos pasamos por dificultades, el que piense que no es así es que las dificultades le van a venir con posterioridad. La gente reacciona con mecanismos de defensa que ni ellos mismos conocen. Leer poesía te ayuda a conocerte a ti mismo a través de otro ser humano (creo que es un acto de curiosidad, generosidad y egoísmo al mismo tiempo). Cada libro tiene su momento. Pero no podemos utilizar la poesía como una terapia, porque estamos haciendo un arte, tampoco la poesía puede ser un diario, he tirado cientos de poemas a la papelera y he tenido que rescatar después alguno porque me estaba juzgando muy duramente (estaba ganando el contable). Creo que todos los artistas tienen necesidad de crear, siempre pienso en la alienación (perdonad que utilice esta palabra en lugar de enajenación) del artista cuando se desprende de su obra, es como si algo de él hubiese quedado en el exterior, le hubiera sido arrebatado y hubiese quedado plasmado en el papel, en lienzo o en la piedra, ya no le pertenece, le pertenece al lector en el caso de la poesía. En ese sentido sí podríamos decir que la poesía tiene algo de terapéutico pero también lo tiene escribir un diario íntimo que nunca será publicado ni leído por nadie.
P.- De lo que no cabe duda es de que el poemario tiene cierto aire melancólico. En parte, esa sensación viene marcada por un escenario: la ciudad. ¿Tienes la sensación de que el ambiente urbano contribuye a dar cierto aire triste, sórdido a los poemas? Esa falta de relaciones profunda que se produce en las ciudades, pese a convivir entre tantos seres humanos parece algo muy presente en tu obra.
R.- Las ciudades son unos monstruos horribles de indiferencia (Traté de explicar esto en mi anterior libro, pero desgraciadamente no con mucho acierto, puesto que aún estaba llegando a la conclusión). La indiferencia es necesaria para sentir amor —El único motor que mueve al hombre, la unión entre el deseo y la acción—, no me refiero exclusivamente al amor humano, no se puede amar todas las cosas al mismo tiempo, hay que elegir, esa elección es la más importante en la vida. Elegir las personas y las cosas que amamos, una inmensa minoría y yo elegimos la poesía, eso no significa que no podamos amar otras cosas. Las ciudades son necesarias a pesar de su indiferencia, mucha gente de los pueblos lo sabe porque sufren ese exceso de amor-odio y acuden a las ciudades buscando el anonimato (la indiferencia al fin y al cabo). El amor y el odio no son sentimientos contradictorios estimulan la misma zona del cerebro, lo han demostrado los científicos y yo no voy a contradecir a la ciencia por mucha poesía que lea. El amor y el odio transforman solo que de diferentes maneras, una construye la otra destruye al ser humano.
Claro que tengo la sensación de que el ambiente urbano contribuye a dar un aire triste y sórdido a los poemas, pero se puede combatir, llevo toda mi vida intentando demostrar que si una persona hace vida de barrio, el amor habita en ella sin darse cuenta, se acaba la indiferencia, conoce a los camareros, los tenderos, el pobre que está en la esquina y todos esos seres humanos que nos cruzamos con absoluta indiferencia se han vuelto como un pequeño pueblo lleno de amor y de odio.
Siempre me han dicho que mi poesía es triste y melancólica, pero sé de donde viene esta tristeza.
P.- Como editor que publica a muchos autores jóvenes ¿Qué echas en falta en las nuevas generaciones de poetas?
R.- Las nuevas generaciones de poetas están haciendo lo que tienen que hacer: ser jóvenes. Es más creo que viene una generación de poetas que va a superar a todas las anteriores, puesto que han tenido mucho más acceso a la cultura, se les ha criticado mucho por el uso de las maquinas e internet, quizás hayan tenido demasiado fácil el acceso a la cultura y no la valoren. En todas las generaciones ha habido analfabetos, claro que escriben una Q para decir “que” por culpa de los móviles pero están escribiendo y tarde o temprano llegarán a los libros y los amarán, porque los hombres necesitamos poseer lo que amamos, es nuestra naturaleza. Los monitores no acabaron con las impresoras, las maquinas no van a acabar con los libros, necesitamos tocar nuestras creaciones y las creaciones de los demás. Viene una generación increíble que está escribiendo en los blogs y tienen la respuesta inmediata del lector: La poesía tiene la precisión y longitud necesaria para estos medios. Es muy difícil leer una novela en una maquina por muy moderna que sea esta, pero un poema es más breve, más denso, más exacto y sé de sobra que el que se enganche a la poesía necesitará tener el libro. No creo que internet sea el enemigo de la cultura, los que estamos en este arte minoritario lo sabemos. Claro que, las nuevas artes, tan comerciales, están sufriendo. Los poetas, los escultores, los pintores, os damos la bienvenida. Bienvenidos al mundo del arte. Creo que internet es la nueva revolución del arte y está colocando a cada arte en su sitio. No es mejor pintor el que tiene el pincel más caro, sino el que sabe usar el pincel o las manos si es necesario. Lo de los gobiernos (con sus patéticos intentos de frenar esta revolución) y la política es otra cosa, mi única política es y seguirá siendo el arte.
P.- Finalmente: ¿Qué poetas te han influido para crear este libro? Uno lo tenemos claro porque además le dedicas el libro: Pablo Méndez. ¿Quienes más?
R.- Pablo Méndez es un excelente poeta (lo siento no he podido evitar decirlo) y pienso que tarde o temprano se le reconocerá como tal por esta inmensa minoría. También me ha influido mucho Joan Margarit cuando leí sus Nuevas Cartas a un joven poeta, no pude evitar llamarle y felicitarle por decir lo que alguien tenía que decir en la poesía. Mi libro de cabecera son Las cartas a un joven poeta de Rilke, pero Margarit ha hecho otro trabajo, más directo y también necesario, he aprendido también mucho de sus poemas entre otros cosas que un poema por muy bello que sea será cruel, y que con él tiempo conocemos los refugios pero resultan inútiles porque la navaja está cada día más cerca de nuestro cuello y ya no sabemos si son nuestros los ojos del retrovisor. Tengo muchas más influencias, no puedo mencionar a todos pero me siento muy afín a la poesía de José Elgarresta. Aprendo mucho de los autores que empiezan, de nuestros autores y los últimos premios Adonais que tienen una calidad excelente, no puedo evitar pensar en Juan Cruz Bordoy, estoy convencido que es la primera muestra de esa generación de la que te hablaba antes.
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