Francisca Aguirre: "Cada libro debe tener el lenguaje que le corresponde" - Francisca Aguirre 46 300x192 - Francisca Aguirre: “Cada libro debe tener el lenguaje que le corresponde”La poeta Francisca Aguirre (Alicante, 1930) ha obtenido el Premio Nacional de Poesía por su libro ‘Historia de una anatomía’

P.- ¿De dónde nace el interés por poetizar el cuerpo?

R.- Siempre me ha parecido el elemento más misterioso de la creación. El cuerpo es el origen de la pregunta y, por tanto, el origen también del arte que, para decirlo de manera sencilla, es una forma de consuelo.

P.- Partes del cuerpo, de la materia, para llegar a conclusiones morales o éticas. ¿Se nos olvida a menudo que es el cuerpo el inventor del alma y que para cuidar del alma hay que cuidar del cuerpo?

R.- No sé qué decirte porque para contestar a tu pregunta hay casi tantas respuestas como seres humanos. Sin cuerpo no hay nada, pero con cuerpo tal vez hay demasiadas cosas, cosas muy diferentes porque también los cuerpos son diferentes. El cuerpo inventa el cielo y el infierno, la culpa y el perdón, la libertad y la esclavitud. El cuerpo es tan misterioso que hemos necesitado darnos leyes para gobernarlo.

P.- Durante la composición del libro (en la que vas tratando las distintas partes del cuerpo), ¿te dio especial problema algún miembro del cuerpo, alguna parte? Porque no tiene que ser fácil sacar un poema de cada órgano, de cada parte… Hubo alguna parte que dijeras: “mira, ésta la dejo, que no me sale”.

R.- No. Yo creo que fui escribiendo siguiendo la pauta del pensamiento que se ha llamado “el azar y la necesidad”. Anteponiendo unos elementos a otros como cuando se compone una melodía y de pronto notas que algo no suena bien o que algo falta. He procurado que la criatura que se ha ido formando con los poemas de este libro fuera un ser armónico, es decir que tuviera cabeza, extremidades y corazón y, desde luego también un cierto relleno interior. Y todo ello envuelto en la gasa ligera del sentido del humor.

P.- A nivel de lenguaje, siempre has apostado mucho por la sencillez, pero este libro ahonda aún más si cabe en esa línea, lo que sumado a un verso que dice que no tienes el corazón para metáforas, nos lleva a pensar que esa apuesta pro la sencillez no es ni mucho menos casual. ¿A qué se debe? ¿Por qué buscar un lenguaje sencillo (que siempre es complicado) y no un mayor barroquismo o engalanamiento?

R.- Efectivamente, siempre me he inclinado a seguir el consejo de don Antonio Machado que nos dejó el delicioso ejemplo de lenguaje poético con la famosa frase de en lugar de “los eventos consuetudinarios que acontecen en la rue” decir sencillamente “lo que pasa en la calle”. Pero eso no quiere decir que no ame las metáforas y, sobre todo, que no sea consciente de que cada libro debe tener el lenguaje que le corresponde. Cuando escribí “Pavana del desasosiego” utilicé todo tipo de metáforas y joyería verbal. A cada libro según sus necesidades. A este libro le convenía la sencillez. En cualquier caso, nunca he sido partidaria del barroquismo.

P.- No sé si acierto o no, pero en muchos de tus libros (desde “Ítaca” hasta éste, pasando por “La herida absurda” y creo recordar que también en “Nanas para dormir desperdicios”) hay una primera parte en lo que podríamos llamar el motor del libro (en este caso el cuerpo, en “Ítaca” la revisión del mito de Penélope) y una segunda parte más biográfica, más íntima (recogida en este caso bajo el título de “Anamnesis”, que además de historial clínico de un paciente, significa rememoración). ¿Hay una voluntad en esa forma de componer los libros? ¿A qué se debe? ¿O es más o menos casual?

R.- Concretamente en este libro, desde el principio quise terminar con los datos biográficos. En primer lugar porque el libro, de algún modo, está dedicado a la memoria de mi padre y porque un libro que glosa ese misterio que llamamos cuerpo humano parecía lógico que acabase con los datos y antecedentes que le confieren naturaleza histórica a ese cuerpo.

 

P.- Pasemos al premio Nacional. ¿Cómo lo recibiste, te lo esperabas?

R.- Fue una auténtica sorpresa. Cuando sonó el teléfono y oí que alguien decía que erala Ministrade Cultura creí que era una broma. Después, naturalmente, me alegré muchísimo. Ese libro tiene el premio “Miguel Hernández” y ahora el Nacional. Es un libro escrito y dedicado pensando en Miguel y en mi padre, es para mí un verdadero orgullo tenerlo.

P.- El mercado poético en España se mueve cada vez más gracias a los premios: ¿qué opinión te merecen esos premios? Porque hay muchas voces que hablan de amiguismo, de intereses de las grandes editoriales…

R.-  Verás, siempre he sido enemiga de eso que llaman rumores. Yo con respecto a los premios lo único que sé con certeza  es que han ayudado a mucha gente que no tenía ni una perra. También sé que la mayoría de ellos son grandes libros, hermosos libros de poemas. De vez en cuando aparece alguno que no está a la altura, pero son los menos. Siempre me ha parecido que los premios ayudaban a quien valía, pero no tenía posibilidades de editar. En cuanto a las grandes editoriales no sé qué decirte, las editoriales que yo conozco se encargan de difundir libros hermosos. Es posible que a veces se cuele alguno no tan bueno. Pero de eso son responsables los jurados, no las editoriales. En general, me parece que los premios ayudan, sobre todo a los autores. Ojalá hubiera más.

P.- Finalmente, sabemos que has leído el libro de Laura Casielles, ganadora del premio nacional joven. ¿Qué consejo le darías a ella y, en general, a los poetas más jóvenes, a los que están empezando?

R.- Realmente yo no creo que tenga nada que aconsejar a Laura. Su libro me ha parecido estupendo. Es atrevido sin exceso, tiene una nueva forma de ver las emociones, cuenta lo vivido de manera sumamente distendida y, en general, exhala el aroma de lo verdadero sin retóricas de ningún tipo. Leerlo es una delicia, te sorprende y también te emociona. Estoy deseando leer lo próximo que escriba.


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