LA POESÍA JUDICIALIZADA: TRANSGRESIÓN Y RENOVACIÓN EN “UN AMOR SIN LEY”
Por Ana María Olivares
En un panorama poético donde abundan los versos atemperados y las metáforas etéreas, “Un amor sin ley” (Editorial Poesía eres tú, 2025) de Silvia Vaquero irrumpe como un puñetazo a las convenciones. Esta joven poeta nacida en Mataró en 1994, con formación filológica y experiencia actoral, ofrece su séptimo poemario en apenas cinco años, consolidando una voz poética singular caracterizada por la intensidad emocional y la exploración de territorios incómodos.
La obra narra, a través de fragmentos numerados que recuerdan un expediente judicial, la historia de un amor prohibido y obstaculizado por denuncias, órdenes de alejamiento y hospitalizaciones. La voz poética, identificada explícitamente como Silvia Cubeles Vaquero, documenta su relación tormentosa con Carlos Cuevas Sisó, en un ejercicio de autoficción donde los nombres propios anclan la experiencia poética en lo real mientras la elevación lírica la universaliza.
INNOVACIÓN FORMAL Y ESTILÍSTICA
El primer acierto de Vaquero es su propuesta formal. Abandona la división tradicional en partes o secciones para construir un mosaico de 59 fragmentos poéticos numerados que pueden leerse como piezas independientes o como capítulos de una historia mayor. Esta estructura fragmentaria, que recuerda al “Libro del desasosiego” de Fernando Pessoa pero con mayor narratividad, refleja perfectamente la experiencia dislocada de un amor que se vive a retazos, entre comparecencias judiciales y distancias impuestas.
La mezcla de español y catalán constituye otro rasgo innovador, no como ejercicio de virtuosismo bilingüe sino como reflejo de una realidad cultural híbrida. Vaquero reserva el catalán para momentos de especial intimidad o arraigo territorial: “Aquest amor només es farà quan tu vulguis”, creando un juego de proximidad y distancia lingüística que enriquece las capas expresivas del texto.
También resulta notable la incorporación de la cultura pop y las referencias musicales contemporáneas. Si Luis Cernuda dialogaba con Bécquer o Gil de Biedma con Machado, Vaquero entabla conversación con Taylor Swift, Edward Sheeran o Mikel Izal. En el poema 45 cita directamente: “And run, like you’d run from the law, darling, let’s run, run from it all. Taylor Swift & Edward Sheeran”, integrando estas referencias no como simple decorado sino como parte sustancial del imaginario emocional contemporáneo.
RENOVACIÓN DEL LENGUAJE POÉTICO
Quizás la mayor innovación de Vaquero es la apropiación del lenguaje judicial y penitenciario para construir su metafórica amorosa. La poeta ha comprendido que para hablar al lector contemporáneo hay que actualizar el repertorio metafórico tradicional. Así, donde la tradición poética hablaba de “cadenas de amor” en sentido figurado, Vaquero habla de esposas reales, órdenes judiciales y calabozos, difuminando los límites entre la metáfora y la experiencia vivida.
“El denunciante CARLOS CUEVAS SISÓ y la denunciada SILVIA CUBELES VAQUERO. Nuestros nombres en mayúsculas, unidos en un papel que nos separa”, escribe en uno de los fragmentos más representativos. Esta transformación del aparato burocrático-judicial en materia lírica supone una renovación significativa del lenguaje poético, acercándolo a experiencias contemporáneas donde las relaciones personales están cada vez más mediadas por instancias institucionales.
DIÁLOGO CON LA TRADICIÓN POÉTICA
Si bien Vaquero adopta estrategias renovadoras, su obra también establece un diálogo con varias tradiciones poéticas del siglo XX. El tono confesional y la exploración de experiencias traumáticas personales conecta con la poesía de Sylvia Plath o Anne Sexton, mientras que la corporalidad directa y el tratamiento del deseo sexual sin eufemismos recuerda a la poesía de Gloria Fuertes en su vertiente más erótica.
La voz urgente y sin filtros de Vaquero, con su preferencia por el versículo libre y las repeticiones obsesivas (“Tranquilo. No voy a ir. No te voy a perseguir. No voy a insistir”), evoca la expresividad directa de las primeras obras de Alejandra Pizarnik, aunque sin su hermetismo. La alternancia entre castellano y catalán, por otro lado, la sitúa en la tradición de poetas bilingües como Pere Gimferrer, aunque con un propósito más visceral que estético.
En cuanto a la temática amorosa, Vaquero subvierte la tradición del amor cortés y la distancia sublimada. Si para Jorge Guillén “los amantes son inmortales, pues lo que amó es lo eterno”, para Vaquero el amor es precisamente mortal, contingente y constantemente amenazado. Su tratamiento del tiempo como enemigo (“El tiempo pasa. Los años se nos van. Date prisa, corre”) se contrapone a la suspensión temporal que caracterizaba la poesía amorosa tradicional.
ACCESIBILIDAD Y COMUNICACIÓN DIRECTA
Uno de los mayores logros del poemario es su capacidad para ser inmediatamente accesible sin sacrificar profundidad. Vaquero entiende que la poesía contemporánea debe competir con múltiples formas de entretenimiento y comunicación instantánea, y responde con un lenguaje directo que no necesita decodificación especializada.
Sus poemas son emocionalmente transparentes: “No puedo hacer nada sin tu permiso. Precipitarme a ti es precipitarme al vacío”. La inmediatez de estas declaraciones conecta con una generación habituada a la expresión directa de las redes sociales, pero Vaquero consigue elevar esta inmediatez hacia territorios de mayor complejidad mediante la acumulación y la reiteración obsesiva.
A diferencia de otros poetas jóvenes que buscan la accesibilidad mediante la simplificación conceptual, Vaquero lo hace mediante la intensificación emocional. Cada fragmento funciona como una pequeña descarga eléctrica que puede entenderse de manera autónoma pero que gana resonancia al conectarse con el conjunto.
ENTRE LA TRADICIÓN Y LA RUPTURA
“Un amor sin ley” se sitúa en un interesante punto intermedio entre tradición y ruptura. Por un lado, preserva elementos tradicionales como la estructura narrativa subyacente (hay una historia reconocible que progresa) y la centralidad de la experiencia amorosa como motor poético. Por otro, rompe con convenciones formales y estilísticas mediante la fragmentación, el bilingüismo funcional y la incorporación de referencias pop.
Comparada con algunos de sus contemporáneos como Elvira Sastre o Defreds, Vaquero muestra una mayor disposición a explorar territorios incómodos y a comprometer su escritura con experiencias límite. Si parte de la poesía joven española actual busca certezas consoladoras, Vaquero prefiere habitar en la incertidumbre y el conflicto: “De repente tengo unas ganas, y quiero darme prisa, y me impaciento, ya no puedo esperar más, quiero ir hacia ti, y otra vez tú que no, que no, que no”.
CONCLUSIÓN: UNA POESÍA NECESARIA
“Un amor sin ley” constituye una propuesta necesaria en el panorama poético actual por varios motivos. Primero, porque reivindica la capacidad de la poesía para abordar experiencias contemporáneas complejas como la judicialización de las relaciones personales. Segundo, porque demuestra que la innovación formal y la accesibilidad no son valores contradictorios. Y tercero, porque recupera para la poesía la intensidad emocional sin caer en sentimentalismos simplificadores.
Si la poesía del siglo XX evolucionó desde el hermetismo vanguardista hacia la claridad comunicativa, Vaquero representa una síntesis donde la claridad expresiva no implica renuncia a la densidad significativa. Su obra propone que la poesía contemporánea puede ser directa sin ser plana, intensa sin ser melodramática, personal sin renunciar a la universalidad.
“Un amor sin ley” no es solo un libro sobre un amor conflictivo; es una reflexión sobre las múltiples formas de prohibición que atraviesan nuestras vidas afectivas y sobre la capacidad de la palabra poética para transgredir barreras. Como escribe la autora: “Si verte es saltarme la ley, entonces me la saltaré”. En tiempos donde la transgresión parece haberse convertido en espectáculo inofensivo, la poesía de Vaquero recupera su capacidad de perturbación genuina, recordándonos que amar —y escribir— siguen siendo los actos de rebeldía más auténticos.






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