CRÍTICA LITERARIA: “LEYENDAS PERUANAS” DE MIGUEL TORRES MORALES

Título y Autor

Leyendas Peruanas, Miguel Torres Morales. Primera edición 2025, Editorial Poesía eres tú. Miguel Alfonso Torres Morales es un poeta peruano radicado en Europa, cuya obra se inscribe en una tradición de exilio y memoria que dialoga con autores como César Vallejo o César Moro. Su proyecto poético se caracteriza por la fusión del barroco español con la oralidad andina, creando una lengua literaria híbrida que aspira a contener múltiples temporalidades culturales. Este poemario representa su esfuerzo más ambicioso por recuperar la identidad peruana mediante la ficción de unos textos perdidos del siglo XVIII.

Resumen Breve

El libro se presenta como la reconcebida reedición de textos aparecidos en la Gazeta de Lima hace doscientos cincuenta años. Estructurado en cinco fascículos, recorre la fundación de Lima virreinal, el distrito bohemio de Barranco, personajes históricos como Mariano Melgar y el Almirante Grau, deidades precolombinas, costumbres populares y reflexiones metapoéticas sobre el sentido de la poesía como acto de resistencia cultural. El autor denuncia el expolio histórico del Perú mientras celebra la inmortalidad del espíritu nacional a través de un lenguaje ornamentado que fusiona Góngora con la sensibilidad andina.

Análisis de Elementos Literarios

Trama: Aunque se trata de un poemario, existe una narratividad subyacente que funciona mediante círculos concéntricos. Los cinco fascículos crean una progresión desde lo público-histórico hacia lo íntimo-biográfico, para retornar a lo colectivo-político y culminar en reflexiones metapoéticas. No hay linealidad cronológica sino asociación libre: un poema sobre el amor sigue a uno sobre una masacre, luego uno sobre arquitectura colonial. Esta secuenciación reproduce el funcionamiento de la memoria fragmentaria. El clímax emocional llega con poemas como “Fusilamiento de Mariano Melgar” donde convergen violencia histórica, pérdida cultural y resistencia poética.

Estilo y Lenguaje: Torres Morales adopta un registro culto y deliberadamente anacrónico. El hipérbaton gongorino retuerce la sintaxis: “Oh calle, oh plaza, oh templo, oh amada que te pierdes en una casa de madera”. La acumulación enumerativa genera saturación sensorial: “doctores fichos, tinterillos lustres, curas sin sotana, arzobispos sin palio”. El uso de arcaísmos, términos quechuas y neologismos produce una lengua que aspira a contener simultáneamente pasado y presente. La métrica alterna entre endecasílabos tradicionales y verso libre, con encabalgamientos audaces que dotan de dramatismo a la lectura. La prosopopeya es recurrente: “Yo soy Pachacámac. Yo soy el Brazo Poderoso que os circunda mientras vuestro llanto sube y sube”.

Ambientación: Los espacios funcionan como personajes: Lima virreinal con sus balcones y canales, Barranco con su puente de madera y acantilados, la sierra andina con ruinas precolombinas, la Pampa de Amancaes donde fluye el pisco. Estos lugares no son mero decorado sino repositorios de memoria colectiva. La garúa limeña aparece como símbolo de melancolía constitutiva. El exilio europeo del poeta genera tensión productiva: desde la distancia geográfica se reconstruye un Perú mítico, más real que la realidad empírica.

Interpretación y Juicio Crítico

Interpretación: El libro funciona en múltiples niveles simultáneos. En superficie, es una celebración elegíaca de la identidad peruana. En profundidad, constituye una reflexión sobre la naturaleza de la memoria y la función de la poesía como resistencia contra el olvido. La ficción de los textos perdidos dieciochescos no es mero artificio: simboliza que toda identidad cultural es construcción retrospectiva, ficción necesaria que nos constituye. El autor afirma: “nosotros mismos somos nuestra historia”, fusionando sujeto y objeto, poeta y poema, Perú y palabra.

El simbolismo del agua como memoria fluida, los balcones como frontera temporal, el fuego como destrucción y pasión creadora, los libros robados como despojo identitario, articulan un sistema coherente donde lo personal se proyecta a lo colectivo. La obsesión por el poeta-mártir Mariano Melgar representa la vulnerabilidad del arte frente al poder militar y político. Torres Morales se inscribe en esa genealogía de poetas sacrificados por la patria.

Juicio Crítico: La originalidad reside en fusionar tradición barroca española con contenido específicamente peruano, creando un neobarroquismo andino inexistente previamente en la literatura hispanoamericana. La coherencia es notable: todos los poemas dialogan entre sí mediante asociaciones temáticas y recurrencias simbólicas. El impacto emocional es potente pero exige trabajo del lector: no hay gratificación inmediata sino revelación progresiva mediante relecturas. Su contribución al género consiste en demostrar que la alta retórica y la ambición cultural totalizante siguen siendo viables en el siglo XXI, contra el minimalismo dominante.

La principal limitación es su hermetismo deliberado, que restringe su público potencial. Torres Morales no busca democratizar la poesía sino exigir lectores cultos dispuestos a desentrañar referencias y dejarse perder en la densidad verbal. Esta elección es coherente con su proyecto estético pero problemática desde perspectivas de accesibilidad.

Contexto Histórico y Cultural

Contexto Histórico: Publicado en 2025, el libro dialoga con doscientos años de poesía peruana desde la independencia. La ficción de los textos coloniales reconcebidos remite a Ricardo Palma y sus Tradiciones Peruanas del siglo XIX, pero desde la poesía y no desde la prosa. El exilio del autor replica experiencias de Vallejo en París o Moro en México: desde la distancia europea se reconstruye poéticamente el Perú ausente. La denuncia del expolio cultural (“nos han robado muchos libros y nos han incendiado mil archivos”) responde a siglos de colonización, saqueo y pérdida patrimonial.

Contexto Cultural: El poemario se posiciona contra el prosaísmo dominante en la poesía contemporánea hispanohablante. Frente a la brevedad, el lenguaje coloquial y la ironía posmoderna, Torres Morales propone maximalismo verbal, grandilocuencia y seriedad trágica. Su obra refleja tensiones culturales peruanas: costa versus sierra, herencia hispana versus raíz andina, modernidad versus tradición. La reivindicación de personajes históricos como Melgar, Grau, Garcilaso o Valle y Caviedes construye un panteón alternativo a las narrativas oficiales.

Comparación con Otras Obras

Torres Morales dialoga intensamente con César Vallejo en la angustia existencial y ciertos giros que desafían la norma castellana para expresar sensibilidad peruana. Sin embargo, donde Vallejo tiende a la economía verbal y el dolor desnudo, Torres Morales opta por el exceso ornamental. Con Martín Adán comparte el hermetismo culto y cierta arquitectura barroca del verso, especialmente en textos como La casa de cartón donde Barranco también protagoniza. La huella de Emilio Adolfo Westphalen aparece en el surrealismo contenido y la crisis de la modernidad, aunque Torres Morales es menos experimental.

En el contexto del siglo XX peruano, su voz se aleja de la generación Hora Zero (Verástegui, Pimentel) que abrazó el coloquialismo y el experimentalismo radical. Se acerca más a poetas como José Watanabe en la preocupación por la identidad, aunque Watanabe optó por una dicción contenida y reflexiva opuesta al desbordamiento verbal de Torres Morales. En el panorama hispanoamericano, su neobarroquismo dialoga con José Lezama Lima y su proyecto de fundar la identidad cubana mediante el exceso verbal, o con Octavio Paz en la ambición totalizadora y la reflexión metapoética.

Comparado con la poesía española contemporánea, se situaría cerca de Luis Antonio de Villena o Antonio Colinas en la alta retórica y la cultura libresca, aunque con arraigo latinoamericano específico.

Opinión Personal

Opinión: Leyendas Peruanas es un libro admirable y problemático simultáneamente. Su mayor virtud es la coherencia entre proyecto estético e ideológico: Torres Morales no traiciona nunca su decisión de escribir contra el olvido mediante la recuperación de formas clásicas. La densidad cultural del poemario impresiona: cada verso contiene capas de referencias históricas, literarias y mitológicas que recompensan relecturas. Fragmentos como “Te extraño tanto que al sentarme en este banco te vuelvo griega” poseen una intensidad lírica memorable.

Sin embargo, el hermetismo resulta excesivo en ocasiones. Ciertos pasajes se vuelven opacos no por profundidad semántica sino por saturación sintáctica. El lector siente que el poeta privilegia la ornamentación sobre la comunicación. Esto sería defendible si el libro se dirigiera exclusivamente a un público académico, pero las declaraciones del autor sobre el “encanto” de la poesía sugieren aspiraciones más amplias que la obra no cumple.

La innovación técnica es limitada: Torres Morales recupera el barroco español sin transformarlo radicalmente. Su fusión con la sensibilidad andina es más temática que formal. Donde Vallejo inventó una sintaxis nueva para expresar el dolor peruano, Torres Morales aplica sintaxis gongorina a contenido peruano sin generar verdadera hibridación lingüística.

Recomendación: Recomendaría este libro a lectores con formación literaria, conocedores de la tradición barroca española y de la historia peruana. A profesores de literatura hispanoamericana, estudiantes de posgrado en letras, y amantes de la alta poesía culta. No lo recomendaría a quienes buscan iniciarse en poesía: el libro no facilita el acceso sino que lo dificulta deliberadamente. Tampoco a lectores de poesía contemporánea minimalista o coloquial, pues encontrarán el estilo anacrónico e incomprensible.

Conclusión

Leyendas Peruanas de Miguel Torres Morales es un poemario ambicioso que recupera la tradición barroca española para construir una épica identitaria peruana. Su principal acierto es la coherencia estética e ideológica: cada decisión formal responde al proyecto de resistencia cultural contra el olvido. La densidad verbal, el hermetismo culto y la arquitectura en fascículos crean una experiencia de lectura exigente pero recompensante para lectores dispuestos a trabajar.

Su limitación principal es la accesibilidad restringida: Torres Morales escribe para cómplices cultos, no para democratizar la poesía. Esta elección es legítima pero contradice parcialmente su propia afirmación de que la poesía debe “encantar”. El encanto existe pero exige desciframiento previo.

La obra se posiciona como contracorriente del minimalismo contemporáneo, proponiendo que la alta retórica y la ambición totalizadora siguen siendo viables en el siglo XXI. En ese sentido, constituye una contribución valiosa al debate sobre las funciones de la poesía actual: ¿debe adaptarse a los códigos de lectura masiva o defender territorios de complejidad resistente? Torres Morales opta por lo segundo, asumiendo las consecuencias de marginalidad editorial pero garantizando la integridad de su proyecto.

“Leyendas Peruanas” no es un libro para todos, pero para quienes sintonicen con su frecuencia, ofrece una experiencia de inmersión cultural profunda y una demostración de que la poesía puede seguir siendo acto de resistencia política y cultural sin renunciar a la belleza formal.

Ana María Olivares