Alabanzas de esto y de lo otro: cuando la poesía piensa con sus propias manos

Alabanzas de esto y de lo otro: cuando la poesía piensa con sus propias manos

José Soriano Recio
Alabanzas de esto y de lo otro
Editorial Poesía eres tú, 2025

José Soriano Recio permanece al margen de los circuitos hegemónicos de la poesía española contemporánea. Sin biografía pública que lo sitúe en generaciones o movimientos, su nombre emerge directamente desde la materialidad del texto: Alabanzas de esto y de lo otro, poemario que exige ser leído como acontecimiento antes que como producto de una trayectoria. Esta ausencia de contexto biográfico resulta coherente con un proyecto poético que renuncia al yo lírico confesional para construir desde la impersonalidad especulativa.

Arquitectura del extrañamiento

El poemario despliega una estructura bipartita que funciona como sistema de doble exposición. La primera sección presenta veintidós piezas numeradas que operan como prosa poética de densidad filosófica. Aquí no hay trama en sentido narrativo sino situaciones que ilustran problemas epistemológicos: un cerdito sin brazos vigila un caserón marcado por otros cuentos, una serpiente funciona como oponente tautológico, un muñeco de nieve llora por termodinámica antes que por patetismo. Estas escenas no progresan hacia un clímax sino que acumulan extrañeza por saturación.

La segunda parte, las “Alabanzas”, constituye un tratado metapoético donde Soriano Recio reflexiona sobre los sistemas descriptivos, la memoria como arquitectura topológica y el tiempo como objeto mueble. Esta sección no resuelve los enigmas de la primera sino que los reformula desde la abstracción. Entre ambas secciones, dos poemas radicales: “Huizinga y Estragón” repite “Jugar Esperar al otro” más de cien veces; “La contienda del continuo y el discreto en 2 dimensiones” alterna “punto recta” con idéntica obsesión. Estas piezas transforman la lectura en experiencia hipnótica, donde la forma misma deviene contenido.

Estilo como desarticulación programática

El lenguaje de Soriano Recio rechaza la musicalidad lírica tradicional para abrazar una dicción especulativa que incorpora terminología científico-filosófica sin pedagogismo. Referencias a topología, teoría de conjuntos, termodinámica y geometría diferencial se integran naturalmente como materiales poéticos. “El gris cálido sujeta un muro por un rato” transforma una mancha de orina en elemento arquitectónico temporal; “pensamientos que dan vueltas por la mente con densidad gravitatoria media alta” convierte la cognición en fenómeno físico mensurable.

La prosa poética de Soriano Recio presenta párrafos compactos sin división estrófica, con puntuación errática que acelera o frena la lectura según la densidad conceptual. En “Alabanza 18”, la supresión casi total de puntos y comas crea una avalancha verbal que mimetiza el colapso temporal del que habla. El encabalgamiento no aplica al verso libre ausente, pero sí la ruptura sintáctica dentro de las frases mediante paréntesis, guiones y puntos suspensivos que fragmentan el flujo discursivo, reproduciendo la interrupción del pensamiento por sí mismo.

Las técnicas literarias desplegadas operan desde la inversión: la personificación funciona al revés, despersonalizando sistemáticamente. Monigotes sin rostro, máscaras sin portador, cerdos híbridos con ovejas pueblan un universo donde los objetos no adquieren características humanas sino que los humanos devienen objetos conceptuales. La antítesis estructural (continuo versus discreto, jugar versus esperar, punto versus recta) no se resuelve dialécticamente sino que se mantiene en tensión perpetua.

Ambientación como problema ontológico

El entorno donde se desarrollan estos poemas es deliberadamente ambiguo: caserones con marcas de otros cuentos, ferias con puestos de langostinos y lenguados, desiertos emocionales habitados por monigotes, barbacoas donde el calor es estado mental antes que temperatura. Esta ambientación no funciona como escenario sino como problema ontológico: los espacios cuestionan su propia materialidad. “Un casito pequeño acaba de ser trasladado, desmantelado, a algún sitio del cosmos” ejemplifica cómo la arquitectura misma deviene interrogante.

Los objetos emblemáticos (escaleras, puertas, ventanas, embudos, giroscopios) operan como umbrales epistemológicos donde el sentido se construye o colapsa. El embudo de plástico organiza el aire con su “silbido sostenido” pero también estructura el pensamiento. El giroscopio es la mente estabilizando realidades contradictorias. Esta ambientación influye en la trama en tanto la constituye: no hay acontecimientos independientes del espacio que los contiene.

Interpretación: la poesía como epistemología sin redención

El simbolismo central del poemario reside en la construcción del significado como problema irresoluble. Los sistemas descriptivos “nacen, crecen, se reproducen y mueren” pero nunca capturan completamente lo real. El lenguaje es simultáneamente cárcel y herramienta: permite pensar pero delimita lo pensable. La metamorfosis del lenguado en “Alabanza 10” ilustra que el cambio físico reestructura la mente: cuando el pez desplaza un ojo de posición, su percepción del mundo se altera irreversiblemente.

La memoria se representa como “catedrales en el cerebro” excavadas por destellos: arquitecturas mentales que organizan pero también constriñen la experiencia. El tiempo aparece como “mueble en mudanzas”, objeto manipulable que se desplaza sin garantía de conservar su estructura. El juego funciona como metáfora de sistemas normativos: dados, tableros y reglas determinan posibilidades sin garantizar libertad.

El mensaje subyacente rechaza cualquier trascendencia consoladora: “No hay mayor irreversibilidad que el paso a la trascendencia desde lo local”. La eternidad, si existe, “se ampararà en el sentido de la mente a través de una chispa de calor”, lo cual implica que lo infinito emerge de lo infinitesimal sin garantía de duración. Las paradojas no se resuelven: constituyen la estructura misma del pensamiento poético.

Juicio crítico: originalidad y coherencia radical

La originalidad de Alabanzas de esto y de lo otro reside en su rechazo absoluto de la poesía como vehículo emocional directo. Donde la tradición lírica española busca conmoción o belleza, Soriano Recio construye desde la opacidad deliberada. La coherencia interna es rigurosa: desde el primer poema hasta la última alabanza, el tono se mantiene inalterable en su extrañeza. No hay concesiones al patetismo ni búsqueda de empatía fácil.

El impacto emocional opera por desplazamiento: donde otro poeta escribiría sobre la pérdida, Soriano Recio escribe sobre monigotes que “apenas retienen el eco de risas de tres amigos”. La intensidad está contenida hasta el hermetismo, exigiendo lecturas múltiples para desplegar sus múltiples niveles de significado. La contribución al género literario es doble: por un lado, expande las posibilidades de la prosa poética al incorporar lenguaje científico-filosófico sin convertirse en divulgación; por otro, recupera la experimentación formal como eje central sin renunciar completamente a la narratividad.

La accesibilidad es intencionalmente limitada: esta poesía demanda esfuerzo cognitivo. Las frases largas con subordinadas múltiples exigen relectura: “No hay mayor irreversibilidad que el paso a la trascendencia desde lo local” condensa problemas filosóficos en una sola línea. Esta dificultad no es defecto sino programa estético: la obra postula que la poesía puede ser espacio de pensamiento riguroso.

Contexto histórico y cultural: al margen del consenso

Alabanzas de esto y de lo otro se publica en 2025, momento donde la poesía española contemporánea oscila entre dos polos: la corriente hegemónica de la poesía de la experiencia, heredera de la Nueva Sentimentalidad, y focos minoritarios de experimentación. Soriano Recio se aleja de ambas corrientes para recuperar una tradición que conecta con las vanguardias del siglo XX pero desde premisas propias.

El contexto cultural español del siglo XXI se caracteriza por la convivencia tensa entre tradición lírica y experimentación formal. La poesía dominante, representada por autores como Luis García Montero o Benjamín Prado, mantiene un compromiso con la claridad comunicativa y el realismo experiencial. Frente a esta corriente, núcleos minoritarios reivindican la experimentación: poesía metafísica o del silencio (Miguel Casado, Olvido García Valdés), propuestas neovanguardistas y poesía visual.

Soriano Recio se inscribe en una tradición que arranca de las vanguardias históricas (creacionismo de Vicente Huidobro, dadaísmo, surrealismo) y se actualiza en la segunda mitad del siglo XX con figuras como Francisco Pino, Juan Eduardo Cirlot y Joan Brossa. Brossa, considerado el artista que acercó la poesía experimental al gran público, experimentó con poesía visual, objetual y performativa desde una concepción del poema como juego intelectual. Su influencia se percibe en Soriano Recio no por imitación formal sino por compartir la premisa de que la poesía es espacio de investigación cognitiva antes que expresión sentimental.

La obra también dialoga con la tradición filosófica de María Zambrano y su “razón poética”, búsqueda de armonizar filosofía y poesía para explorar la condición humana. Sin embargo, donde Zambrano persigue una unidad originaria entre ambas disciplinas, Soriano Recio las mantiene en tensión irresoluble.

Comparación con otras obras: herencias y desviaciones

Comparar a Soriano Recio con Joan Brossa revela diferencias sustanciales. Brossa trabajó con objetos cotidianos convertidos en poemas (un huevo frito eclipsando una hostia, un dado redondo que anula el azar) desde una poética de la sorpresa lúdica. Soriano Recio, en cambio, no trabaja con objetos materiales sino con construcciones textuales que mimetizan problemas filosóficos. Su universo es menos visual que conceptual, más cercano a la prosa poética que al poema objetual.

Con respecto a Francisco Pino y Juan Eduardo Cirlot, pioneros de la experimentación española, Soriano Recio comparte la voluntad de cuestionar los límites del verso tradicional. Sin embargo, mientras estos autores mantuvieron vínculos con el surrealismo y su exploración del inconsciente, Soriano Recio opera desde la especulación racional. Su método es más próximo a la filosofía analítica que al automatismo psíquico surrealista.

Dentro de la poesía contemporánea, la obra de Soriano Recio contrasta radicalmente con poetas como Luis García Montero o Benjamín Prado, representantes de la poesía de la experiencia. Donde estos buscan claridad comunicativa y anclaje en lo cotidiano reconocible, Soriano Recio construye desde la opacidad deliberada. Tampoco se alinea con la poesía metafísica de Olvido García Valdés o Miguel Casado, cuyo minimalismo busca espacios de silencio y reflexión contenida. Soriano Recio, por el contrario, despliega una verbosidad densa que satura antes que depura.

Su proyecto recuerda más a ciertas investigaciones de Daniel Aguirre Oteiza en poesía experimental o a las exploraciones de poesía conceptual internacional, obras que desafían las convenciones del género desde la periferia de lo canónico. La diferencia radica en que Soriano Recio no renuncia completamente a la narratividad: sus poemas cuentan historias, aunque fragmentadas y enigmáticas.

Técnicas innovadoras para el lector contemporáneo

La innovación de Soriano Recio no reside en acercar la poesía al lector sino en exigirle participación activa. Las dos piezas de repetición radical (“Huizinga y Estragón” y “La contienda del continuo y el discreto”) funcionan como experiencia de lectura que mimetiza estados mentales obsesivos. El lector contemporáneo, saturado de estímulos fragmentados y narrativas aceleradas, encuentra aquí una resistencia textual que obliga a desacelerar.

La incorporación de lenguaje científico-filosófico sin mediación pedagógica constituye otra técnica innovadora. No se trata de divulgación poética sino de asumir que el lector puede habitar la complejidad sin necesidad de traducción. Esta confianza en la capacidad cognitiva del lector conecta con una tradición que incluye a Blas de Otero, quien en su madurez dialogó con la poesía experimental sin renunciar al compromiso con lo humano.

La estructura en espejo (narrativa-reflexión) genera un espacio de lectura donde significado y forma se codeterminan. El lector transita entre lo concreto y lo abstracto sin certeza de cuál domina sobre cuál, experiencia que replica la incertidumbre epistemológica que el poemario tematiza.

Comparación con poetas del siglo XX

Vincular a Soriano Recio con Antonio Machado resulta productivo no por similitud estilística sino por compartir una concepción de la poesía como pensamiento. Machado construyó una obra poética “engastada en una obra filosófica”, según señalan sus críticos. Soriano Recio invierte la proporción: la filosofía se engasta en la poesía, subordinando la reflexión abstracta a la experiencia textual.

Con César Vallejo y su Trilce, obra vanguardista que rompió sintaxis y lógica narrativa, Soriano Recio comparte la voluntad de desarticulación formal. Ambos exigen lectores dispuestos a abandonar expectativas de coherencia inmediata. Sin embargo, Vallejo mantiene una carga emocional explícita que Soriano Recio evita sistemáticamente.

La relación con Blas de Otero es más compleja. Otero, poeta de denuncia social que en su madurez dialogó con la tradición moderna y la poesía experimental, representa una fusión de compromiso político y rigor formal. Soriano Recio prescinde del compromiso social directo pero conserva el rigor formal como ética textual.

Joan Brossa emerge como referente inevitable. Ambos conciben la poesía como juego intelectual donde se espera que el lector “aprenda algo sobre el mundo en que vive, mientras disfruta con el mismo hecho poético”. La diferencia radica en que Brossa operó desde la visualidad y el objeto, mientras Soriano Recio permanece en el territorio de la prosa poética.

Opinión personal: una poesía que no consuela

Alabanzas de esto y de lo otro no busca lectores sino cómplices. Es una obra que rechaza la consolación lírica para proponer la poesía como espacio de pensamiento sin garantías. La experiencia de lectura es exigente: demanda relecturas, tolerancia a la ambigüedad y disposición a habitar la complejidad sin resolución. Para quienes buscan emoción directa o belleza reconocible, este poemario resultará inaccesible.

Sin embargo, para lectores interesados en explorar los límites del género, la propuesta de Soriano Recio abre territorios inexplorados. Su capacidad para integrar lenguaje científico-filosófico sin convertir el poema en divulgación, su arquitectura formal rigurosa y su rechazo de cualquier trascendencia consoladora constituyen un proyecto estético coherente y valiente.

Recomendaría esta obra a lectores habituados a la experimentación literaria, familiarizados con autores como Beckett, Borges o Perec. También a quienes desde la filosofía buscan formas textuales que exploren problemas epistemológicos sin renunciar a la literariedad. No la recomendaría como introducción a la poesía ni como lectura de evasión: es una obra que exige tanto como ofrece.

Conclusión

Alabanzas de esto y de lo otro se sitúa en los márgenes de la poesía española contemporánea como propuesta radical que recupera la experimentación formal sin concesiones. José Soriano Recio construye un universo donde lo cotidiano se transfigura en enigma filosófico, donde monigotes sin rostro custodian ruinas de otros relatos y donde el lenguaje revela su incapacidad para capturar completamente lo real. La coherencia formal, la originalidad conceptual y el rigor en la ejecución convierten este poemario en un acontecimiento literario que desafía las convenciones del género y propone la poesía como epistemología sin redención.