El Jardín de las Hespérides: Un Viaje Poético entre el Mito y la Carne
Síntesis del Poemario
El Jardín de las Hespérides de Guillem Rojo i Gallego se erige como un laberinto lírico donde conviven la mitología griega, la naturaleza salvaje y el deseo homoerótico. Dividido en tres secciones —Egle (esplendor), Eritía (tierra roja) y Héspere (atardecer)—, el poemario traza un arco vital que va desde el éxtasis inicial del amor hasta la melancolía reflexiva del ocaso. Los versos, impregnados de imágenes corporales (“sudor de tu piel, río de seda beige”) y referencias clásicas (las ninfas guardianas, Hera, Eros), construyen un universo donde lo humano se funde con lo divino a través del placer sensual. La obra funciona como un ritual pagano moderno, donde el cuerpo se convierte en altar y el acto sexual en liturgia.
Diálogo con la Tradición Poética Española
De Bécquer a la Contemporaneidad
El poemario bebe de Gustavo Adolfo Bécquer en su exploración del amor como fuerza etérea y dolorosa. Sin embargo, mientras Bécquer se contenía en rimas asonantes (“Volverán las oscuras golondrinas”), Rojo i Gallego estalla en verso libre carnal: “Recorro tu cuerpo, laberinto de ilusiones y deseos / acariciando carne viva, piloerección masiva” (Hálito). Esta audacia formal lo acerca a Ángel González, quien en Palabra sobre palabra (1972) rompió con el hermetismo para hablar del cuerpo sin tapujos, aunque sin el componente mitológico que aquí vertebra cada estrofa.
Con Joan Margarit, comparte la obsesión por el tiempo y la muerte, pero mientras Margarit optaba por un lenguaje sobrio (“Cálculo de estructuras”), Rojo i Gallego se sumerge en un barroquismo sensorial: “Aura de azahar en comunicación con la brisa marina / pisando tierra de la constelación emergente” (Aura de azahar). Este exceso lo sitúa cerca de la poesía de Vicente Aleixandre, particularmente en su fase más telúrica (Sombra del Paraíso).
Técnicas Literarias: El Cuerpo como Texto
- Sinestesia orgánica: Fusiona lo sensorial con lo mitológico: “El jardín de la libídine / donde mis manos han amasado tierra sexual” (Torso del suspiro).
- Anáfora ritual: En Fantasía, el recurso “fuera… dentro…” imita un exorcismo, expulsando convenciones sociales para abrazar el deseo.
- Metáforas geológicas: El cuerpo como paisaje: “Tierra roja que arde en deseo” (Eritía), equiparando la pasión a procesos telúricos.
- Intertextualidad mítica: Reinterpreta figuras como las Hespérides o Eris no como arquetipos, sino como cómplices del acto creativo-erótico.
Simbolismos Clave
- El jardín: Espacio liminal entre lo prohibido y lo sagrado, evoca tanto el Edén como los ritos dionisíacos.
- Frutas doradas: Los cítricos (naranjas, limones) simbolizan el conocimiento carnal, opuestos a la manzana bíblica: “Morded cada manzana / sin miedo en el alma” (Manzana mordida).
- Agua: No como purificación, sino como fluido seminal: “Lluvia cálida rebosante al polvo / susurramos un acercamiento” (Cuerpo azul oscuro).
- Noche: No es oscuridad, sino cómplice: “Vivo en una perpetua noche / de ilusiones carnales vibrantes” (Medianoche).
Estructura y Percepción
La tripartición Egle-Eritía-Héspere opera en tres niveles:
- Temporal: Amanecer-plenitud-ocaso, reflejando el ciclo vital.
- Espacial: Cielo-tierra-horizonte marino, creando un mapa sensorial.
- Emocional: Éxtasis-pasión-melancolía reflexiva.
Este diseño encapsula al lector en una experiencia inmersiva. La ausencia de puntuación convencional en poemas como Fantasía (“fuera… dentro…”) genera un efecto de trance, mientras que los versos largos en Éter (“Yo soy éter, tú eres linfa”) imponen un ritmo ceremonial.
Posicionamiento en la Poesía Contemporánea
Rojo i Gallego irrumpe en el panorama actual con una voz que desacraliza lo clásico para humanizarlo. Frente a la poesía del desencanto (Luis García Montero) o la intimidad doméstica (Elena Medel), este poemario propone un neomisticismo queer donde lo homoerótico se eleva a categoría mitológica. Su mayor innovación radica en subvertir la tradición pastoril: el locus amoenus no es un escenario bucólico, sino el cuerpo mismo como territorio de conquista y cultivo.
En poemas como Placer II (“Haces tuyo el dominio de mis nalgas”), dialoga con la crudeza de Leopoldo María Panero, pero trascendiendo el nihilismo hacia una celebración vitalista. Comparado con autorxs contemporánexs como Luis Muñoz (poesía meditativa) o Berta García Faet (experimentalismo lingüístico), Rojo i Gallego destaca por su simbiosis entre tradición y transgresión, usando mitos griegos como espejos de deseos modernos.
Conclusión: El Poema como Acto Ritual
El Jardín de las Hespérides no es un simple ejercicio estético, sino una ceremonia de iniciación donde el lector atraviesa las etapas del deseo hasta alcanzar una suerte de iluminación profana. Al igual que las ninfas custodiaban el jardín de Hera, el poeta vigila este espacio textual donde cada verso es un fruto prohibido que, al ser mordido, revela que la verdadera inmortalidad reside en la carne vivida con intensidad. En un panorama poético a menudo fragmentario, esta obra se erige como un monumento al arrojo sensorial, conectando el flamenco orgánico de Federico García Lorca con el activismo corporal del siglo XXI.