Título: CUADERNO DEL REENCUENTRO
Autor: Sara ROUSELL GARCIA (2009)
ISBN-13: 978-84-937230-1-9
Editorial: Poesía eres tú
Depósito Legal: SE-4725-2009
La poesía de Sara ROUSSEL es una poesía nacida de la experiencia, un sentimiento que se desborda para acabar en el papel. Cuaderno del reencuentro supone un reencuentro de la autora con la poesía.
EXTRACTO DE LA OBRA:
Hoy el viento silba feo
Hoy he abierto un cuaderno nuevo y en él tengo escrito:
Hoy el gris ha amanecido furioso, bombardeado, metálico, pasado.
El viento silba feo.
Parece que hoy no fuera un día,
sino un suspenso.
Y el tren que me lleva
galopa por las vías
silba al despedirse y canta durante el viaje
mientras rompe el viento que nos guía.
Parece que no hubiera paredes blancas,
ni sierras verdes, ni árboles negros, ni flores.
Parece que todo lo hubiera roto el viento,
porque el ruido es ancho y pesa mucho.
Mi Rincón
A Luis Cernuda
Hay un rincón del río que es mi rincón.
Los árboles aguardan su contorno en la quieta orilla.
Y me miran cada vez con sus mismos ojos
y su desigual mirada,
mientras las ramas cantan con sus nidos,
y se olvidan con un suspiro
de las hojas que los abandonan
al fugarse con el venir del viento
para llegar junto a los helechos y las piedras rojas.
Hay un rincón del río que es mi rincón.
En él crece una piedra grande y, acostada en ella,
envuelta en una gruesa manta,
por las noches he visto las estrellas,
cogida de una mano,
con las manos de la hierbabuena.
Y me ha servido de puerto
para rescatar tiritando del naufragio,
algunos recuerdos,
que permanecieron un tiempo anclados
antes de hacerlos una última vez
a la mar inmensa del sueño.
Ahí tumbada he contado las risas de los duendes,
cuando me rompen las horas y dejan pasar el tiempo,
hasta que me pierdo
y tienen que dejar de reír para recogerme
y traerme de nuevo.
Ahí tumbada he contado
el paseo de la gota de agua que se suma a la corriente,
las tardes cuando se tumban
en el ocaso hasta que por fin se duermen,
el sol regocijándose con la piel lentamente.
Ella ha sido el otero
desde el que ver soñar a las campanas
y oír a las iglesias gemir por su vieja alma.
Y todas las noches bajar por el cuesto
la sombra de la ladera de la montaña.