- A VECES
A veces la vida te irrita la piel.
Yo, a menudo, sueño con forrar mi piel de acero
para no sentir cuchillas.
Deseo una dermis bien gorda,
gruesa, como de campo.
De lajas de pizarra
que brillen al sol.
Así pareceré una mujer con aguante,
de las que pueden con todo
y duermen de un tirón.
Pero mi piel es de uva,
con un roce se desuella.
Quiero ser como el roble,
apacible, de grandes ramas.
¡Qué tristes son los tallos
de las amapolas!
- POEMAS EN EL BOLSO
Llevo unos poemas en el bolso,
revueltos entre mis cosas, a medio terminar.
Mis versos descansan tranquilos en un forro de raso descosido,
junto a un chicle rancio y un caramelo.
Transitan las rimas
libres por mi mochila,
como polizones a punto de hundirse en el océano de basura
de un contenedor, en Sainz de Baranda.
Si se pierden las palabras,
¿olvidaré la emoción?
¿Se perderá lo vivido, si no conservo las palabras?
Pasará con ellas lo mismo que con esas fotos
que duermen en la nube
y el dios del algoritmo
despierta de año en lustro.
Volarán mis palabras por el camión de la basura.
Así, los poemas que hablaban de tanto
y viajaban conmigo a muchas partes
buscarán los oídos de las cucarachas
para recitarse a sí mismos,
como versos que se resisten a morir.
Hallarán, seguro, quien los cuide.
Encontrarán acomodo mis poemas
en algún vertedero,
a las afueras de Madrid.
- AHORA CALLO
Llevo una vida intentando no hacer ruido.
Simulando ser distante y misteriosa,
con esa pose atractiva que nos libra
del veredicto ajeno y sus disparos.
¡Cállate, niña, cállate ya!
No podía,
cuesta mucho alzarse sin ser vista.
Ahora callo.
Y no lo hago por gusto,
es que no puedo hablar.
Me trago las palabras, las escupo hacia dentro,
conteniendo los eructos de este callar indigesto.
Ellas circulan solas, de mi cabeza al estómago,
sin detenerse en los labios.
Una tras otra, se atropellan, discuten, pelean.
Arañan los tejidos en puro desconcierto,
casi escapan por el ombligo a tomar el aire.
Intentan ordenarse para pedir auxilio,
para decir:
Siento… Quiero… Necesito…
¿Pero quién atiende un balbuceo?
Tengo muchas palabras.
Lo que no tengo es voz.
- BUSCANDO VERANOS
En las tardes de verano,
yo buscaba el rosa de las rosas rosas
en el jardín de mi abuela Margarita.
Me recuerdo lamiendo mi taza de chocolate
en un jardín del sur, donde soplaba el terral de vez en cuando.
Calculo que la felicidad consiste, casi siempre,
en revivir la infancia imaginada.
La felicidad es una niña chica que aprende a nadar en los
brazos de su padre.
El pataleo de unos muslos infantiles entre crestas de espuma,
eso debe ser.
- AMOR BUENO
Me da amor del bueno.
Bueno como el pan tierno
que venden en las tiendas hipsters,
del que no inflama las tripas después de haberte saciado.
Me da amor del bueno.
Bueno como el vino espeso
que sabe a madera, regaliz y otras cosas deliciosas,
del que no da resaca ni deja el cuerpo roto.
Me da amor del bueno.
Del que calienta y no aprieta,
pero sostiene en el aire cuando te sientes caer.
Amor, en presente y en ahora.
Y yo, que siempre quise un buen dramón de cine,
ahora solo deseo un buen amor como el suyo.
María Navas
Poemas en el bolso
Editorial Poesía eres tú, 2025