Alberto Gómez Vaquero, es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y estudiante de Geografía e Historia por la UNED. Su primera novela Entre dioses y peones ha sido publicada por Ediciones Amaniel, el sello de narrativa del Grupo Editorial Pérez-Ayala. Alberto es el redactor de la Revista Poesía eres tú.

P.- La novela negra parece ser un género que nunca pasa de moda. ¿Podríamos considerar tu novela dentro de este género?

R.- Sí, aunque no es una novela negra de manual. Es verdad que tiene algunos de los ingredientes principales: la resolución del crimen no es el argumento principal de la obra, la trama es bastante violenta y la diferenciación entre buenos y malos no es tan evidente. Si bien, también podría colocarse la novela dentro del “realismo sucio” o incluso del movimiento “pulp”, debido a algunos aspectos como el lenguaje, el personaje principal, etc.. En general, casi todas las novelas pertenecen a varios géneros y son muy difíciles de encasillar dentro de uno u otro. Además, no creo que hacerlo sea positivo para la novela.    

P.-  Asesinos en serie, una personalidad difícil y que ha generado mucha literatura. Nos podrías decir cómo has tratado el tema en tu novela.

R.- El primer impulso narrativo vino de la lectura de unos cuantos libros de filosofía y psicología. Sobre todo, de Locke y Hobbes y la eterna disputa en torno a la bondad innata o no en el género humano. Eso me llevó a interesarme por la violencia, sus orígenes, sus causas sociales, genéticas, neuronales, etc. Lo que yo quise hacer en la novela fue plantear un debate entre las distintas corrientes que, por supuesto, llevan a  tener distintas visiones de la justicia, la venganza o el papel de la sociedad como creadora de criminales. Para plantear ese debate utilicé una figura que representa el mal extremo, como es el asesino en serie. Para mí la figura de ese asesino tenía que ser la razón principal del libro, más allá de la inevitable investigación criminal.  

P.- Tu novela está ambientada en Valladolid, ciudad que conoces muy bien ya que eres de Mucientes un pueblo de Valladolid.  Las descripciones que haces de la ciudad son exactas y muy recreativas. ¿Has tenido que documentarte o te ha bastado con hacer memoria?

R.- Diría que el noventa por ciento ha sido memoria y el diez por ciento documentación. Valladolid es una ciudad pequeña que, además, se recorre casi siempre caminando, de modo que uno va memorizando lugares, calles, nombres,… casi sin darse cuenta.

P.- Raúl y Rafa son los personajes de tu novela, uno policía y el otro periodista con dos personalidades muy diferentes. ¿Nos podías hablar un poco de ellos?

R.- Raúl es, en su base, el estereotipo del policía de serie negra americana. Y lo es adrede, aunque quiero creer que luego se convierte en algo más. Su origen está en el sheriff de las novelas pulp, en el Humphrey Bogart de “El Halcón Maltés” o en el John McClane de “La Jungla de Cristal”. Es decir, es un tipo derrotado y cansado que ha renunciado incluso a tener su propia concepción de la vida porque intuye que lo único que hay es caos y, por lo tanto, locura. Rafa, por el contrario, es alguien más estético. Quizás piensa como Raúl, que sólo hay caos y locura detrás de la apariencia de normalidad del mundo, pero al contrario que el policía, él aún se mantiene a flote y luchando.

Alberto Gómez Vaquero: "Todos estamos sometidos a fuerzas que no controlamos" - Perfil blanco y negro 300x200 - Alberto Gómez Vaquero: “Todos estamos sometidos a fuerzas que no controlamos”P.- Entre dioses y peones es un título muy sugerente que puede hacer similitud con muchas reflexiones en la vida, los que tienen el poder y los que no, en este caso hablas de el poder de la violencia. ¿Cuál es la reflexión que deja de trasfondo el libro?

R.- La una reflexión que vale, al final, es la que haga el lector. Por las que me han ido llegando, cada uno proyecta en el libro sus propias vivencias y conocimientos. En ese sentido, habrá quien vea sólo la parte policiaca, habrá quien se quede con la reflexión sobre la violencia,…desde mi punto de vista, una de las reflexiones principales y que es a la que hace referencia el título es que al final, por muy cuerdos que creamos estar, por mucho que perfilemos una personalidad, un hombre unidimensional, de una sola cara, todos estamos sometidos a fuerzas que no controlamos: nuestros genes, la familia que nos toca en suerte, la sociedad en la que vivimos, etc., etc. Es decir, no somos tan homogéneos como queremos creer ni tan libres como nos gusta pensar. Por supuesto, eso lleva a otras reflexiones. Como que, por ejemplo, cualquiera, puesto en las circunstancias adecuadas,  puede convertirse en un asesino estupendo.

P.- Uno de los personajes de tu novela habla de la maldad innata en el ser humano, ¿es el hombre un lobo para el hombre?
R.- En el libro hay más preguntas que respuestas porque yo mismo tengo más preguntas que respuestas. Si bien es cierto que, en general, no soy muy optimista con respecto a la especie humana. Es verdad que luego sales a la calle, nos tratas uno a uno y no somos tan malos, pero en general, tengo muy mala opinión de cómo ha evolucionado el ser humano. Si miras hacia atrás, ves que durante milenios fuimos carroñeros. Ni siquiera depredadores. Y ahora, sin embargo, parece que todo ese pasado no ha influido en nosotros y que nuestra vida empieza en las luces de Grecia y Roma, cuando lo cierto es que aquella parte de nosotros sigue teniendo más importancia en nuestro comportamiento que la educación o la socialización a que hayamos sido sometidos. El ser humano comparte el 99% de los genes con el simio, pero seguimos creyéndonos semidioses.

Por ejemplo: el psicólogo Philip Zimbardo metió a unos estudiantes en una especie de cárcel falsa para un experimento. Unos tenían que hacer el papel de presos, otros el de carceleros. Al principio no ocurrió nada, pero al cabo de un tiempo, y pese a que todos sabían que aquello sólo era un experimento, los presos comenzaron a rebelarse y los guardias a tomar medidas violentas para, según ellos, apaciguarles. Hasta el propio autor del experimento reconoce que se volvió un poco sádico viendo todo aquello y que le costó parar el experimento, pese a que la violencia había llegado a límites peligrosos.

Esto demuestra lo que somos: carroñeros venidos a más. Es triste. Pero vistos como especie, seguimos siendo animales peligrosos.

P.-  Eres un consumado lector,  tu blog Libros para comentar (http://librosparacomentar.blogspot.com) así lo demuestra. Nos podrías decir que libros te han influido más.

R.- Casi todos los libros marcan, de una manera u otra. Pero por hacer una selección, que aun así será muy panorámica, diría: “La Iliada”, “La odisea”,  “la Biblia”, el teatro de Lope y de Shakespeare, “El Quijote”, “La Divina Comedia”, “El leviatán” de Hobbes, los “ensayos” de Montaigne, “Los tres mosqueteros”, “Viaje al centro de la tierra”, “Las minas del rey Salomón”, “Scaramouche”, “Rojo y Negro”, “El Conde de Montecristo”, “Los miserables”, “Un asunto tenebroso”, “Bel Ami”, “El lobo estepario”, “Demian”, y en general cualquier obra de Hesse, “El túnel”, y “Sobre héroes y tumbas” de Sábato, “El guardián entre el centeno”, los relatos de Jack London y los de Borges, “El memorial del Convento”, todos los libros de Miguel Delibes, “Ana Karenina”, “Retrato del artista adolescente”, “Lolita”, “El corazón de las tinieblas” y “Lord Jim” de Conrad, “ A sangre fría”, “La conjura de los necios”, “Cinco cerditos”, “Estudio en escarlata”, las obras de Patrick O´Brian, “Ampliación del campo de batalla”, “Residencia en la tierra”, “El árbol de la ciencia”, “Luces de bohemia”, los episodios nacionales, las estupendas biografías de Zweig, “Más allá del bien y del mal”, la “Contribución a la crítica de la economía política” de Marx, “El cuarteto de Alejandría”, “Canciones de amor en Lolita´s Club”, “El maestro de esgrima”, “El palacio de la luna”, “Corazón tan blanco”, “Otra noche de mierda en esta puta ciudad”, muchos libros de poesía (Lorca, Neruda, Alberti, Gil de Biedma,…) y por supuesto los cómics de Hugo Pratt y Neil Gaiman. Me habré dejado alguno, pero puede valer como resumen.


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